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Ciudades futuristas para cambiar el mundo: ¿salvadoras de la civilización o utopías imposibles?

Architecture, Building, Cityscape

La construcción de nuevas ciudades está en auge en todo el mundo. En los últimos 20 años se han anunciado hasta 91 nuevos desarrollos urbanísticos. Muchas de ellas son megalópolis planificadas racionalmente, construidas desde cero, con el ambicioso objetivo de ser abanderadas de nuevos modelos económicos y sociales.

Las lecciones aprendidas en el último siglo en materia de sostenibilidad, accesibilidad, seguridad y justicia social deberían guiar estos nuevos desarrollos para abordar desafíos como la crisis climática, la desigualdad y la sobrepoblación. Sin embargo, la obstinada realidad a menudo malogra estos nobles propósitos.

Las ciudades simbolizan la esperanza de una vida mejor. Según el Informe de Ciudades del Mundo de la ONU, 4.400 millones de personas viven en zonas urbanas en todo el mundo. Se prevé que esa cifra aumente a 6.680 millones en 2050.

Sin embargo, muchos de los grandes centros urbanos del planeta y sus alrededores están plagados de problemas estructurales que el crecimiento no hace más que empeorar.

¿Son las nuevas megalópolis una solución viable? Se conciben como ciudades ecosostenibles, inteligentes y tecnológicamente avanzadas, comunidades autosuficientes y seguras equipadas con todos los servicios esenciales, e incluso algunos lujos. Sin embargo, aunque los ‘renders’ son siempre prometedores, la construcción real y la sostenibilidad de estos proyectos hiperambiciosos son significativamente más complejas.

El ambicioso ‘Nuevo Cairo’, un sueño difícil de financiar

No es de extrañar que muchos de estos proyectos estén surgiendo en dos continentes como África y Asia, donde los asentamientos urbanos evolucionan rápidamente hacia megalópolis superpobladas y caóticas. 

El plan para erigir una Nueva Capital Administrativa (NAC, en sus siglas en inglés) en Egipto tenía como objetivo aliviar la congestión de El Cairo, que ya había superado los 10 millones de habitantes en 2021. Sin embargo, su construcción se ha ralentizado.

Situada a 50 km de la superpoblada capital, la NAC es un ambicioso proyecto que promete 1,1 millones de viviendas, 600 hospitales, 150 mezquitas e iglesias, el rascacielos más alto de África (Iconic Tower) y el teatro de ópera más grande del continente, aparte de la capacidad para alojar todos los centros de poder estatales.

Este proyecto faraónico tiene varios frentes abiertos. Por un lado, sus vías de financiación: nada menos que 58.000 millones de dólares que serán aportados por ACUD (‘Capital Administrativa para el Desarrollo Urbano’) y sus principales inversores extranjeros, incluida la mayor empresa constructora de China (la Corporación Estatal de Ingeniería de Construcción).

Sin embargo, la sustancial financiación pública destinada al proyecto ha provocado críticas dentro de Egipto, y sus detractores alegan que el proyecto es una maniobra política del partido gobernante, en el poder desde 2014, para trasladar sus instituciones lejos de zonas de posibles protestas y disturbios.

Los críticos también denuncian la enorme huella ecológica del proyecto. Además, el mercado inmobiliario en la nueva capital es prohibitivo para la mayoría de los egipcios, ya que el apartamento promedio cuesta $ 60,000.

A pesar de ello, se estima que a finales de 2024 vivirán allí unas 10.000 familias, con unos 48.000 funcionarios trabajando.

Hope City y Konza, dudosas esperanzas para África

África lidia con importantes problemas de salud, movilidad y habitabilidad a medida que sus ciudades se expanden rápidamente. Se estima que para 2033 habrá más africanos viviendo en los centros urbanos que en las zonas rurales. En consecuencia, estos nuevos desarrollos representan no sólo la esperanza, sino también el nuevo rostro de la modernidad africana.

Hope City, un proyecto de megaciudad de 10.000 millones de dólares en las afueras de Accra, la capital de Ghana, fue diseñada para ser un centro de innovación tecnológica. Sin embargo, hoy en día, Hope City sigue siendo un espejismo: once años después de su anuncio, todavía está por construir.

Konza, en las afueras de Nairobi, Kenia, sirve como otro ejemplo elocuente. Anunciada en 2008 como una tecnópolis que debía posicionar a Kenia como un centro continental de innovación, se ha enfrentado a un lento progreso debido a problemas de burocracia e inversión.

Si bien los plazos de estos proyectos son extensos, es notable que el 90% del costo de la ciudad, unos 15.000 millones, esté financiado por inversión privada. En un país donde el 25% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza, es cuestionable la existencia de un proyecto que mira a 20 años vista sin atender las necesidades inmediatas.

‘The Line’ y el poder de los petrodólares

También hay un boom de estas nuevas ciudades en zonas enriquecidas por recursos naturales como el petróleo. Por ejemplo, NEOM, ubicado en el noroeste de Arabia Saudí, es un gigacomplejo futurista que se está construyendo para servir como el nuevo motor económico de la zona.

NEOM constará de varias zonas: Oxagon, un centro de industrias limpias; Trojena, un destino de montaña; Sindalah, un resort isleño de lujo, y su cara más visible: THE LINE, una gran construcción de 170 km en línea recta que debería extenderse desde el desierto hasta el Mar Rojo, inicialmente proyectada para estar en pleno funcionamiento en 2030.

Sin embargo, según la agencia Bloomberg, el proyecto ha sufrido un duro ajuste: finalmente solo se completarán 2,4 km para esa fecha, y la previsión de 300.000 habitantes para los primeros años de la próxima década está lejos de los 1,5 millones previstos al principio. Su finalización se ha pospuesto hasta 2045.

Telosa: una megaciudad ‘Made in America’

Los desafíos a los que se enfrentan las nuevas megalópolis también son evidentes en Estados Unidos, donde están respaldadas por patrocinadores de renombre mundial, pero se encuentran con problemas familiares. Estos problemas a menudo se derivan de la naturaleza ambiciosa de proyectos que parecen saltar de las páginas de la ciencia ficción a la realidad.

Es el caso de Telosa, una ciudad diseñada por el multimillonario Marc Lore (fundador de Walmart), con el apoyo del estudio de arquitectura danés Bjarke Ingels Group, en medio del desierto americano. Su ambicioso objetivo es replantear los modelos urbanos estadounidenses actuales.

Telosa pretende combinar los atributos clave de diferentes ciudades: la diversidad de Nueva York, la eficiencia, limpieza y seguridad de Tokio, y la sostenibilidad y los servicios públicos de Estocolmo.

Sería un ejemplo de una comunidad abierta y de gestión transparente, donde los residentes podrán participar en la toma de decisiones y el proceso de elaboración de presupuestos. Se regirá por un sistema económico llamado «Equitismo», basado en la idea de que cuanto mejor le vaya a la ciudad, más prósperos serán sus habitantes.

Quizás el aspecto más utópico de este proyecto es un imponente rascacielos diseñado para simbolizar el espíritu de la ciudad. Esta torre gestionará diversos recursos, entre ellos el almacenamiento de agua y la generación de energía.

Este megaproyecto tiene como objetivo recibir a sus primeros residentes para 2030 y proyecta una población de 5 millones para el año 2050.

La Nueva California de Silicon Valley

Otro proyecto estadounidense, también patrocinado por varias fortunas de Silicon Valley, es California Forever, una comunidad para 400.000 personas planeada en el condado de Solano.

California Forever es un proyecto idílico. Sus ilustraciones generadas por ordenador representan escenas bucólicas con calles arboladas, casas de estilo europeo, y plazas rodeadas de cafés con terrazas al aire libre. El plan incluye una gran cantidad de propuestas atractivas e innovadoras: casas, tiendas, restaurantes y escuelas a poca distancia; el uso de energía limpia suficiente para abastecer a 1,5 millones de hogares; barrios sostenibles y sin coches; y una autosuficiencia a través de la industria y el comercio locales que permita a los residentes vivir y trabajar dentro de la misma comunidad. 

Sin embargo, el proyecto ha estado envuelto en el secretismo desde el principio, comenzando por sus inversores, un grupo de multimillonarios del sector tecnológico que durante los últimos cinco años han ido adquiriendo silenciosamente parcelas rurales en el condado de Solano, situado entre la Base de la Fuerza Aérea ‘Travis’ y el río Sacramento.

El plan ha provocado la oposición de miembros de la comunidad local, agricultores y ambientalistas, quienes temen que la nueva urbe replique la contaminación, los problemas de movilidad, la escasez de viviendas y los altos costos que afectan a otras ciudades californianas.

Aunque hasta la fecha se han invertido alrededor de 1.000 millones de dólares, la mayor preocupación de los líderes del proyecto es que en última instancia se convierta en otro desarrollo urbano convencional.

La ciudad inteligente de Bill Gates

En Arizona, Bill Gates y un grupo de inversores privados llevan años queriendo poner en marcha Belmont, una ciudad futurista, inteligente y neutra en carbono, diseñada para 300.000 personas.

El plan prevé la construcción de 80.000 viviendas, con 1.500 hectáreas de  espacios industriales, de oficinas y comerciales, 1.375 hectáreas de espacios abiertos y 190 hectáreas para escuelas públicas.

Belmont quiere ser una de las mecas tecnológicas del mundo, pero en el camino deberá enfrentarse a grandes problemas, como la prolongada sequía que sufre la región desde hace décadas, las temperaturas extremas de la región o la enorme distancia a centros urbanos como Tucson o Phoenix, que son los principales generadores de empleo de la zona.

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