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Enfrentando alturas vertiginosas: La torre de Shanghái muestra las posibilidades arquitectónicas

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Shanghái es una ciudad de superlativos. Con más de 24 millones de habitantes, no sólo es una de las ciudades más grandes de China, sino también una de las más grandes del continente asiático en términos de población. Muchos prefieren la ciudad junto al mar por sus monumentos históricos, museos y teatros, y su extenso horizonte.

La última incorporación a la impresionante línea de rascacielos de Shanghái es la Torre de Shanghái. Con 632 metros de altura, es el edificio más alto de China, y sólo el Burj Khalifa en Dubái supera su altura. Situada en el corazón de Lujiazui, distrito comercial y financiero de Shanghái, esta impresionante estructura es una metáfora de la emergencia y el futuro de China.

Una hazaña arquitectónica

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Las obras de construcción de la Torre de Shanghái comenzaron en 2008 y concluyeron en 2015. El diseño del rascacielos pretendía incorporar los tradicionales patios y parques de Shanghái en una moderna forma vertical. Sus 128 pisos están divididos en nueve zonas, con tiendas en la base, oficinas en el centro y hoteles y miradores en la parte superior. Cada zona comprende entre 12 y 15 pisos; los jardines, designados como espacios de reunión pública, los separan. Los sistemas inteligentes y seguros, incluyendo puertas batientes, dispositivos de puertas automáticas y pasillos de sensores, permiten un acceso sin problemas a estas áreas.

La Torre de Shanghái se eleva al cielo como un árbol, con un «tronco» hecho de un núcleo de hormigón rodeado de súper columnas de acero, y «ramas» para sostener los pisos mecánicos y de refugio en la base de cada zona. Su forma curva y espiralada completa un giro de 120 grados, reduciendo las cargas de viento en el edificio en un 24 por ciento y permitiéndole soportar la fuerza de los vientos causados por los tifones. Este perfil afilado también dio lugar a una estructura más ligera, reduciendo los costos estructurales hasta en 58 millones de dólares.

La fachada de doble capa de la torre consiste en miles de paneles de muro cortina personalizados, que se encuentran suspendidos desde arriba en enormes cerchas en voladizo y estabilizados por aros y puntales. Mientras tanto, un amortiguador de masa sintonizado cerca del pico de la torre le ayuda a contrarrestar el balanceo y a soportar los terremotos.

Alcanzando la cima de la sostenibilidad

La Torre de Shanghái también fue diseñada con la sostenibilidad en mente. El exterior de vidrio del edificio deja entrar la luz natural, minimizando la necesidad de iluminación eléctrica. Su fachada de doble capa proporciona aislamiento, disminuyendo la carga de los sistemas de calefacción y refrigeración, y por lo tanto ahorrando energía. Las puertas giratorias fueron una elección natural como soluciones de entrada debido a su capacidad de aislamiento, contribuyendo a la eficiencia energética del edificio.

El exuberante paisaje del rascacielos y los espacios verdes interiores crean un efecto de refrigeración natural, mientras que la recogida de agua de lluvia y la reutilización de las aguas residuales forman parte de sus prácticas de conservación del agua. Además, más de 200 turbinas eólicas construidas en la fachada de la torre generan energía para la iluminación exterior, y un sistema de cogeneración de gas natural suministra calefacción y electricidad a las zonas bajas del edificio.

Debido a estas características arquitectónicas visionarias y a las innovadoras tecnologías de construcción, la Torre de Shanghái seguirá siendo un miembro icónico del horizonte de la megalópolis china durante muchas generaciones.

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