La voluntad de explorar nuevos lugares no es nueva en la historia de la humanidad. Sin embargo, viajar por ocio e inmersión cultural es un fenómeno relativamente moderno que se remonta al siglo XVII, cuando los europeos adinerados empezaron a embarcarse en viajes para descubrir otras partes de su continente, como Italia, Francia y España.
En el siglo XXI, viajar nunca ha sido más accesible gracias a factores como las aerolíneas asequibles, el auge de las plataformas basadas en la economía colaborativa y la abundancia de información e inspiración sobre viajes en Internet.
A pesar del tamaño ya gigantesco de la industria turística, los expertos predicen un salto aún más impresionante para los ingresos derivados del turismo en todo el mundo durante los próximos años. En 2024 contemplamos un mercado con un valor de 927.300 millones de dólares, pero se espera que esa cifra aumente de forma rápida y constante, alcanzando más de 1 billón de dólares en 2028.
Si bien el turismo da vida económica a una ciudad, una afluencia más allá de su capacidad para albergar visitantes crea multitud de problemas. El encanto que originalmente atrae a los visitantes se pierde en calles abarrotadas e infraestructuras tensionadas. La contaminación aumenta, los sitios históricos sufren un desgaste y la cultura local tiende a homogeneizarse, dando prioridad a los servicios que demandan los turistas. Los propios residentes son expulsados de sus vecindarios y la calidad de vida en general se deteriora. En suma, el sobreturismo pone en peligro las mismas cosas que hacen que una ciudad sea atractiva en primer lugar.
Sin embargo, incluso para algunos de los lugares más icónicos y pintorescos del mundo, la dependencia del turismo no tiene por qué ser fatal. Así lo demuestran las transformaciones en los cinco siguientes destinos, que fueron capaces de gestionar con éxito la masificación turística.
1. Praga, República Checa
Praga, la encantadora capital de la República Checa, ha hechizado durante mucho tiempo a los turistas con su impresionante arquitectura, su rica historia y su vibrante vida nocturna. Sin embargo, la popularidad de la ciudad también condujo a un turismo altamente masificado en algunas áreas. Para hacer frente a esta situación, Praga adoptó un enfoque transversal.
La ciudad implementó un sistema de precios diferenciados para las atracciones populares, haciéndolas más caras durante las temporadas altas para desalentar la masificación y distribuir el flujo de visitantes durante todo el año. Además, la ciudad promueve activamente la riqueza cultural de los barrios fuera del centro de la ciudad, como Vinohrady y Holešovice. Esto no solo fomenta un flujo turístico más disperso, sino que también permite a los visitantes experimentar el carácter único de sus diferentes distritos.
Por último, Praga introdujo regulaciones más estrictas sobre los alquileres a corto plazo para garantizar un mejor equilibrio entre el turismo y la vida local, y evitar la disminución y encarecimiento de la disponibilidad de viviendas para los residentes.
A través de estas medidas, Praga demuestra cómo los precios estratégicos, la promoción de áreas menos conocidas y las regulaciones sobre alquileres turísticos pueden ser herramientas efectivas para administrar el turismo excesivo y, al mismo tiempo, cosechar los beneficios económicos de una industria próspera. Otras ciudades han aplicado recetas parecidas.
2. Venecia, Italia
A principios de este siglo, Venecia, la romántica ciudad de los canales, se encontró ahogada en un mar de turistas. Las plazas desbordadas y los cruceros causaron estragos en el medio ambiente de una ciudad en delicado equilibrio, lo que llevó a sus gobernantes a tomar medidas. Por ejemplo, se implementó un sistema de reservas para limitar el número de excursionistas durante las temporadas altas, lo que garantizó un flujo de visitantes más manejable.
Los esfuerzos por racionalizar la actividad turística también se centraron en mostrar el atractivo único de los sestieri (distritos) de la ciudad más allá de la famosa Piazza di San Marco. Esto no solo animó a los turistas a explorar áreas menos conocidas, sino que también ayudó a distribuir la carga de personas de manera más uniforme por toda la ciudad.
Además, se pusieron en marcha iniciativas para atraer visitantes durante las temporadas intermedias, aliviando la congestión en los meses pico de verano.
3. Boracay, Filipinas
Boracay, una joya de Filipinas conocida por su impresionante belleza isleña, se convirtió en víctima de su propio encanto. El entorno prístino de la isla sufrió bajo la presión del turismo excesivo. Para priorizar la sostenibilidad, el gobierno tomó algunas medidas decisivas.
En 2018, Boracay se sometió a un audaz cierre de seis meses para su rehabilitación, lo que permitió que el ecosistema de la isla se recuperara y se mejorara la infraestructura. Además, se puso un límite al número diario de turistas permitidos para garantizar un flujo de visitantes más manejable.
Además, se implementaron regulaciones ambientales más estrictas para combatir la contaminación y promover la gestión responsable de los desechos.
La historia de Boracay sirve como un poderoso ejemplo de cómo priorizar la sostenibilidad puede dar nueva vida a un destino, asegurando su viabilidad y belleza a largo plazo para las generaciones futuras.
4. Luang Parabang, Laos
Enclavada entre serenos templos e impregnada de un rico patrimonio cultural, Luang Prabang, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en Laos, se enfrentó al reto de equilibrar el turismo con la tradición. Para preservar esta delicada armonía, la ciudad implementó varias medidas innovadoras.
Se introdujo una pequeña tasa de turismo sostenible , cuyos ingresos se destinaron a la conservación de los sitios del patrimonio cultural y al apoyo a las comunidades locales. Esto garantiza que el turismo contribuya directamente al bienestar de la ciudad en la que prospera.
También se establecieron pautas respetuosas del código de vestimenta, alentando a los visitantes a vestirse modestamente cuando visitaban los templos, fomentando una comprensión y apreciación más profundos de las costumbres y creencias religiosas locales.
Además, se lanzaron campañas educativas para promover prácticas de turismo responsable, informando a los visitantes sobre cómo su comportamiento puede afectar el carácter único de la ciudad.
Gracias a estas iniciativas, Luang Prabang demuestra cómo un enfoque reflexivo del turismo puede crear una situación en la que todos salgan ganando, asegurando que los tesoros culturales de la ciudad se conserven y dando la bienvenida a los visitantes para que experimenten su magia de manera responsable.
5. Ámsterdam, Países Bajos
Ámsterdam, la ciudad de los canales encantadores y el espíritu libre, se encontró lidiando con el comportamiento indisciplinado de los turistas en ciertas áreas. Para combatir esto, adoptaron un enfoque impulsado por la tecnología.
Se instaló una red de cámaras y sensores para monitorizar los niveles de aglomeración en tiempo real, lo que permitió a las autoridades identificar posibles y peligrosos cuellos de botella. Estos datos se utilizaron para alimentar letreros digitales colocados estratégicamente en toda la ciudad.
Estos letreros actuaron como pantallas de información dinámica, dirigiendo a los turistas hacia áreas menos concurridas y asegurando un flujo más fluido de visitantes. Además de las soluciones tecnológicas, Ámsterdam lanzó campañas educativas específicas.
Estas campañas tenían como objetivo educar a los visitantes sobre el comportamiento responsable e inculcar la importancia del respeto a los residentes locales. A través de esta combinación de tecnología y educación, Ámsterdam demuestra cómo la innovación puede fomentar una experiencia más respetuosa y agradable tanto para los turistas como para los residentes.
Un futuro más brillante para el turismo: equilibrar el crecimiento con la sostenibilidad
El gusanillo de los viajes ha picado a la humanidad durante siglos, pero el bajo coste y la accessibilidad de los viajes modernos ha creado un nuevo desafío: el turismo ultra masificado. Si bien los visitantes aportan beneficios económicos innegables, pueden agotar los recursos de un destino y amenazar su propia esencia.
Sin embargo, la lucha contra el turismo excesivo no es una batalla perdida. Las inspiradoras historias de Praga, Venecia, Boracay, Luang Prabang y Ámsterdam muestran una gama de soluciones efectivas.
Desde la fijación de precios estratégicos y la promoción de áreas menos conocidas hasta las aplicaciones tecnológicas innovadoras y una educación turística responsable, estos destinos demuestran que un futuro sostenible para los viajes es posible.