Durante décadas, el enfoque principal de la seguridad en el diseño de edificios se ha orientado a la protección física. Desde cerraduras resistentes hasta sistemas de vigilancia tecnológicamente avanzados, estas medidas tienen como objetivo disuadir el crimen y mantener seguros a los ocupantes. Sin embargo, cada vez hay más investigaciones que sugieren que existe un poderoso vínculo entre la arquitectura y la salud mental y, en particular, en la contribución positiva de los espacios seguros a esta última.
A medida que nuestras sociedades adquieren una mejor comprensión de nuestro paisaje mental y su impacto en el bienestar, se está produciendo un cambio. Arquitectos y profesionales de la seguridad empiezan a reconocer la importancia de crear espacios seguros que también promuevan sentimientos de calma, inclusión y tranquilidad.
Cómo afectan los espacios seguros a la salud mental
Sentirse seguro y protegido es una piedra angular del bienestar mental, según la famosa Jerarquía de Necesidades de Abraham Maslow, justo por debajo de las necesidades fisiológicas básicas como ingerir comida y beber agua. Cuando nuestro entorno se vuelve impredecible o percibimos una amenaza, nuestro cuerpo entra en un estado constante de estrés, y eso provoca daños en nuestra salud mental.
Los entornos seguros también brindan una sensación de previsibilidad y reducen el riesgo de experimentar violencia o presenciar eventos traumáticos, los cuales pueden afectar significativamente a la salud psicológica. Sentirse seguro, además, fomenta la confianza en uno mismo y la interacción social, aspectos vitales del bienestar mental.
Los espacios seguros que priorizan el bienestar físico y mental contribuyen a cimentar una sociedad más saludable y feliz de las siguientes tres maneras:
1. Promueven la calma y la sensación de control
Para crear entornos seguros que fomenten el bienestar mental es crucial promover una sensación de calma y control. La abundante luz natural, lograda a través de ventanas y tragaluces, puede reducir significativamente el estrés. Además, la incorporación de plantas y materiales naturales en todo el espacio, un concepto conocido como biofilia, ha demostrado ser un importante catalizador de sentimientos de paz y bienestar.
El diseño espacial también juega un papel clave. Lograr un equilibrio entre planos de planta abiertos y líneas de visión claras permite cultivar una sensación de seguridad sin fomentar el aislamiento.
La psicología del color también puede ser una herramienta poderosa. Usar paletas de colores relajantes como azules y verdes en las áreas de más alta afluencia de un edificio pueden ayudar a minimizar la ansiedad, mientras que los colores más cálidos colocados estratégicamente en espacios destinados a socializar pueden fomentar la interacción y el sentido de comunidad.
Al incorporar estos elementos al diseño, los edificios pueden ir más allá de simplemente proporcionar seguridad física y convertirse en espacios que promueven activamente el bienestar mental.
2. Reducen al mínimo el estrés y la ansiedad
Los entornos seguros no solo deben sentirse así físicamente, sino que su diseño también debe orientarse a minimizar el estrés y la ansiedad. La señalización clara y la información fácilmente disponible son cruciales. La confusión y la impotencia pueden ser factores importantes de estrés, por lo que garantizar que las personas en el interior de un edificio entiendan sus procedimientos de seguridad y tengan acceso a asistencia si la necesitan es muy necesario.
El diseño de los puntos de control de seguridad también es importante. Agilizar el proceso y centrarse en crear una buena experiencia del usuario reduce notablemente la ansiedad. Ofrecer métodos alternativos de detección para las personas con sensibilidades especiales demuestra inclusión y fomenta la confianza.
Además, es importante reducir la contaminación acústica a través de la estrategias para absorber y amortiguar el ruido. Usar materiales que producen un buen aislamiento acústico e incluir zonas tranquilas designadas crean un ambiente más sereno, lo que reduce aún más el estrés para todas las personas que navegan por nuestro espacio seguro.
3. Generan confianza y un sentido de comunidad
Fomentar una sensación estable de confianza y conexión social dentro de entornos seguros es tan importante como garantizar la seguridad física. Los espacios comunitarios diseñados para acoger interacciones, ya sean una cómoda zona de asientos o un jardín comunitario, brindan oportunidades para que las personas se reúnan y conecten unas con otras. Estas interacciones sociales ayudan a combatir los sentimientos de aislamiento y favorecen un sentido de pertenencia.
El arte y el diseño también pueden hacer una contribución significativa al bienestar psicológico de un espacio seguro. La incorporación de obras de arte relajantes y características de diseño que reflejan la cultura o la comunidad local crean una sensación de cercanía y familiaridad. Las personas se sienten más a gusto en un entorno que resuena con sus gustos e intereses.
En última instancia, es primordial garantizar la accesibilidad para todos, independientemente de su capacidad física. Un entorno en el que todo el mundo es bienvenido fomenta la inclusión y el sentido grupal, fortaleciendo aún más el bienestar mental.
Un futuro más allá de las puertas y las barreras
Si bien la seguridad tradicional se centraba en la protección física, una comprensión cada vez mayor del vínculo entre la arquitectura y la salud mental obliga a un nuevo enfoque. Los entornos seguros que promuevan sentimientos de calma, control, inclusión y tranquilidad no solo son alcanzables, sino esenciales para una sociedad más saludable.
Al colaborar, los arquitectos, los profesionales de la seguridad y los expertos en salud mental pueden diseñar espacios que prioricen el bienestar psicológico junto con la seguridad física, dando forma a un futuro más positivo y productivo para todos.