Tecnología

Sobrevivir a la sal y al tiempo: diseño de sistemas de seguridad para resistir décadas en el mar

La industria de los cruceros se enfrenta a desafíos únicos. Es un sector con una alta concentración de mercado, donde pocas compañías dominan rutas globales y acaparan influencia e impacto económico.

Se trata de un turismo marcado por operaciones estacionales y muy concentradas, con enormes flujos de pasajeros creando congestión y presión sobre ciudades y puertos en momentos muy puntuales, que trastocan además sistemas como el transporte o la gestión de residuos en cada destino. Aunque siguen siendo las circunstancias más obvias, a veces olvidadas, las que más inciden en la operativa de los cruceros: la dureza de la navegación y la gran cantidad de viajeros a bordo.

Los cruceros más grandes tienen una capacidad de entre 6.000 y 7.500 plazas. Como si de un pueblo o una ciudad pequeña se tratara, albergan a una “población” dinámica que se desplaza de un lado a otro, realiza actividades, y utiliza todos y cada uno de los sistemas y accesos dispuestos. A esa circulación de pasajeros constante hay que añadir la exposición continuada de los buques a condiciones extremas: salitre, humedad, corrosión, vibraciones o cambios bruscos de temperatura, las cuales afrontan aislados de cualquier apoyo externo inmediato.

Reparación y mantenimiento de los sistemas de seguridad a bordo

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La experiencia del pasajero no depende solo de un buen servicio a bordo, sino también de la confianza en aquellos sistemas que garantizan seguridad, accesos fluidos y operaciones sin interrupciones. Puertas automáticas,[RG4] credenciales móviles, sistemas de control de embarque, controles de seguridad… cada elemento debe operar con consistencia operativa, disponibilidad continua y mantenimiento reducido, con el fin de minimizar intervenciones y evitar interrupciones.

El costo anual de reparación y mantenimiento de los cruceros se calcula en 337 millones de dólares al año. A su vez, la normativa marítima es muy rigurosa en este sentido. El Convenio Internacional para la Seguridad de la Vida Humana en el Mar exige que los cascos de los buques de pasajeros se inspeccionen al menos una vez al año, y la mayoría de las líneas de cruceros lo hacen con mucha más frecuencia, usando buzos en los puertos de atraque. Además, se deben realizar dos inspecciones del navío fuera del agua cada cinco años, con un máximo de tres años entre cada inspección.

Ante estas condiciones, fabricantes y constructores navales se están enfocando en el desarrollo de soluciones excepcionalmente resilientes, priorizando la durabilidad, la fiabilidad y un mantenimiento ajustado para garantizar la operatividad.

Soluciones y tecnologías que soporten las condiciones más duras

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Tecnologías como recubrimientos anticorrosión avanzados, sistemas modulares y sensores IoT van a redefinir los estándares de eficiencia, seguridad y sostenibilidad en los cruceros. Por ejemplo, el empleo de nanopartículas o polímeros híbridos permite extender la vida útil de puertas metálicas, sistemas de acceso y componentes estructurales, con los beneficios que esto conlleva: menor mantenimiento preventivo, menores costes operativos y mayor seguridad al evitarse fallos estructurales operativos.

En la misma línea, las pinturas anticorrosivas aportan la tenacidad necesaria para soportar impactos y grietas en zonas expuestas del barco, proteger de la radiación UV, de la abrasión y de los efectos indeseados de los productos de limpieza. Los recubrimientos más comunes incluyen epoxi, poliuretano y materiales ricos en zinc.

También se utilizan otros métodos como el sistema de protección catódica y los inhibidores de corrosión, estos últimos compuestos químicos aplicados en la superficie del metal que pueden ahorrar hasta un 35% en costes provocados por la contaminación en los barcos.

Un mantenimiento modular y conectado

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Los sistemas de acceso con cerraduras modulares permiten sustituir únicamente piezas específicas (cilindros, lectores electrónicos, módulos de control) sin desmontar toda la instalación. Esto significa reparaciones más rápidas y con menos personal especializado, reducción de tiempos muertos en zonas críticas y actualizaciones tecnológicas por módulos, sin la obligación de reemplazar todo el sistema.

Los sensores IoT se pueden utilizar para detectar corrosión, humedad excesiva o fallos antes de que estos se vuelvan críticos, monitorizar patrones de uso para optimizar el mantenimiento y crear alertas automáticas en caso de incidencias. No solo avisan si hay fugas o fallos de cierre en las compuertas estancas, también pueden alertar a la tripulación de eventos periféricos, como que un pasajero caiga al agua, de forma que respondan lo más rápido posible.

El sistema trabaja conjuntamente con la última tecnología de cámaras que, en combinación con inteligencia artificial, son capaces de detectar y clasificar objetos, incluidos los que escapan a los sistemas convencionales como el radar o el AIS: embarcaciones sin señalizar, obstáculos flotantes, boyas, embarcaciones hinchables, kayaks y personas a bordo.

Cada unidad debe someterse a un montaje preciso, calibración y pruebas rigurosas de funcionalidad. Dichas pruebas incluyen comprobaciones de estanqueidad y rendimiento para garantizar la máxima durabilidad.

Por otro lado, reforzar la tecnología de conectividad en el barco resulta esencial para mantener la seguridad en todo momento. Los desafíos a que se enfrenta la navegación en este contexto son importantes: brechas de cobertura, costes elevados, retardo en la comunicación de datos, gestión de múltiples cambios de red y defensa de las cada vez más frecuentes amenazas cibernéticas.

Disponer de un buen respaldo satelital garantiza que las operaciones sin interrupciones desde el puerto hasta alta mar y las torres de telefonía móvil a bordo proporcionen acceso continuo a llamadas, mensajes de texto y datos móviles tanto a la tripulación como a los viajeros.

Mirando al futuro: mantenimiento predictivo potenciado por IA

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La integración de sensores IoT es solo el primer paso de esta carrera por la innovación. Mediante algoritmos de aprendizaje automático, será posible predecir con precisión cuándo un componente está a punto de fallar, incluso antes de que muestre señales visibles de desgaste. Por ejemplo, un sistema de IA puede analizar patrones de vibración o temperatura en cerraduras y compuertas, identificar microvariaciones en la resistencia al cierre que indiquen corrosión interna, y priorizar automáticamente tareas de mantenimiento según su criticidad y riesgo operativo.

Este enfoque reduce intervenciones no planificadas, optimiza la logística de repuestos y permite que las tripulaciones se centren en acciones realmente necesarias. En el contexto de un crucero —donde el acceso a puertos y recursos es limitado—, la capacidad de anticipar fallos críticos puede marcar la diferencia entre una operación fluida y una costosa interrupción.

El éxito de la seguridad en navegación es una mezcla de resiliencia y anticipación, teniendo en cuenta los factores, a veces extremos, que los sistemas deben afrontar. La innovación en su diseño, con el foco puesto en los diferentes materiales utilizados y los tests de rendimiento, favorecerá que los cruceros sean más seguros a lo largo de todo su ciclo de vida. La durabilidad se transforma en un imperativo técnico que cada vez es más importante para las compañías a nivel de negocio.

Equipo editorial dormakaba

Juan Carlos García Díaz

Juan Carlos García Díaz

Juan Carlos es periodista especializado en Tecnología e Innovación. Ha sido redactor jefe de la revista Nintendo Official Magazine y ha dirigido la agencia creativa y de contenidos Brand Lab dentro del grupo editorial Axel Springer en España.

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